
𝐏𝐨𝐫 𝐒𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐡𝐚 𝐅𝐨𝐧𝐬𝐞𝐜𝐚
Amberes, Bélgica.- Crece la preocupación ante la expansión del narcotráfico, particularmente en el puerto de Amberes, que se ha convertido en una de las principales puertas de entrada de cocaína a Europa. La alarma se encendió tras la publicación de una carta abierta de una magistrada de instrucción que pidió ayuda “urgente” al gobierno y advirtió que el país corre el riesgo de convertirse en un narcoestado.
La jueza aseguró que el crimen organizado ya opera como una “fuerza paralela” que desafía a la policía, a las aduanas e incluso al sistema judicial. Señaló amenazas directas contra magistrados y denunció infiltración criminal en instituciones clave.
Expertos consultados consideran que la acusación de “narcoestado” es exagerada, pero reconocen tendencias preocupantes. El flujo masivo de contenedores en Amberes —el segundo puerto más grande de Europa— y el incremento en la demanda de cocaína en el continente han facilitado el crecimiento del tráfico.
Tan sólo el año pasado, Bélgica interceptó 44 toneladas de cocaína, y en Sudamérica se han asegurado 51 toneladas adicionales que tenían como destino este país, un aumento del 155% en un año.
El fenómeno también se extiende a Bruselas, donde en 2023 se registraron casi 2 mil casos de tráfico de drogas, un incremento del 26% respecto al año anterior, además de 89 tiroteos vinculados a disputas criminales.
Pese a esto, especialistas descartan que Bélgica cumpla los criterios de un narcoestado: no hay una violencia generalizada que afecte la vida diaria, la corrupción no alcanza las cúpulas del poder y la economía ilegal no domina el PIB del país.
Aun así, autoridades y académicos coinciden en que el país necesita más recursos, mayor protección a jueces y una estrategia coordinada a nivel europeo para frenar la creciente influencia de organizaciones criminales que ya consideran a Bélgica un punto clave para el tráfico de drogas en la Unión Europea.
